¿Qué hacer durante una escapada de fin de semana a Menorca?

Menorca es una escapada ideal para aprovechar algún fin de semana largo o un puente de temporada baja. Aunque se pueden disfrutar todavía de días soleados que invitan a pasear a la orilla  del mar, la isla ofrece muchas otras posibilidades en otoño. Podemos empezar por Ciutadella, donde es obligatorio perderse entre las calles de su casco antiguo, admirar los edificios señoriales que grandes familias construyeron entre los siglos XVII y XIX para demostrar su poder, y entrar en la sobria pero elegante Catedral de Menorca. Una visita a la Naveta des Tudons o algún otro poblado como el de Torretrencada con su imponente ‘taula’ nos introduce en la vida prehistórica de la isla, cuyos monumentos optan al reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Para cenar, lo mejor es probar la rica gastronomía menorquina en un restaurante con productos locales y cocina de temporada.

 

La siguiente jornada puede empezar con la visita a alguna finca de las que enseñan cómo se elabora el famoso Queso con Denominación de Origen Mahón-Menorca. Y, por supuesto, ya que estamos comprar una buena pieza artesana para llevarnos a casa. A continuación, nos desplazamos a la ciudad de Maó, cuyo grandioso puerto merece un paseo y tal vez un descanso para comer en uno de sus restaurantes. Con el coche podemos llegar fácilmente a la Fortaleza Isabel II, también conocida como La Mola, uno de los mayores y mejor conservados complejos defensivos europeos del siglo XIX. Tanto la parte histórica como el paisaje del entorno son impresionantes. Por la noche, merece la pena consultar la programación por si hay algún espectáculo en el Teatro Principal de Maó, el teatro de ópera más antiguo de España.

 

Si nos queda un tercer día de viaje en la isla, una buena opción es tomar el curioso camino que lleva hasta el faro de Cavalleria. A 94 metros sobre el nivel del mar, su visita permite divisar buena parte de la escarpada costa norte menorquina y, si el día acompaña, siempre podemos hacer una parada de regreso en la playa que lleva su mismo nombre, una de las joyas de la isla. Después de comer en el pintoresco puerto marinero de Fornells, aún podemos visitar la Torre de Fornells, una construcción defensiva que nos lleva al convulso siglo XVIII, marcado por las sucesivas dominaciones británicas de Menorca.